Gracias,
porque aunque mi realidad os devuelva un desastre me movéis a ser mejor, a ser gitana itinerante, a trastear de “muda” en “muda”, de “casa” en “casa”.
Vosotros, que me uncís añoranzas, de los que extraño días y deseo años,
vosotros que rebosáis pasión a raudales, que balanceáis un “os quiero” en mis labios.
Vosotros, sí, esos tres incondicionales sufridores a los que arrastro y confundo,
vosotros que me dejáis boquiabierta y oji-plata, a los que no explico silencios, no justifico locuras,
vosotros sin los que no existirían buenos días ni buenas noches.
Vosotros cuatro que me reñís siempre, los que nada sin vosotros y con vosotros hasta el cielo o el infierno da igual.
Vosotros los que me gritáis ¡basta!, los que me hacéis abrir puertas, quitar cerraduras, desechar candados….
Por vosotros, ensayo diez veces al día dar lo mejor, sufro reválidas y saco escasamente cincos, equivocándome, sin conseguirlo, intentando engañar torpezas y haciendo de mis caídas un suspiro, vosotros sois el resorte que me iza siempre, mi azar más estable, mi casualidad más afortunada y aunque vuestras “gracias” son muchas las que yo os debo son TODAS.
Gracias por caricias no debidas pero necesarias, por innecesarias palabras que me hacen volar tan lejos.
Gracias por poner vuestra música para deleite de mis oídos, para disfrute de mis pasos, para agrandar mi sonrisa.
Gracias por hacerme sentir que sin estar estáis, por oiros susurrar sin hablar, por sin rozarme encogerme, por sin querer poderme, por engañar mi tiempo, por darme en horas lo que no merecería en siglos.
Gracias a esos vosotros en Madrid y yo en Australia, a los que no tengo cerca pero que nunca estarán lejos, a los que no necesitan de AVE para llegar el primero, a los que pienso en llamar y llamaré, quizá… mañana.
Gracias a los de «te lo dije”, a los que torean mi terquedad, a los que sonríen mientras compruebo que dos y dos son ¿cinco?, a los que me hacéis diluir errores con amnesia, a los que pocas censuras, muchas sonrisas y más comprensión.
Gracias a los del café con leche templado, a los del corazón hecho un globo, a los de cubierta de chocolate que se han ganado ser “rechupeteados”,
a los que me hacen disfrutar de los pájaros en la cabeza, de los muelles en los pies.
Gracias a los que no cuentan fantasmas, a los que no viven en cuentos pero si endulzan mis sueños.
Gracias a los que me hacen doler el cuerpo de tanto reír curando mi alma, a esos que no necesito recuperar en mi vida cien veces porque siempre estarán, a esos que no permiten que olvides, esos que nunca se olvidan, esos con los que no te equivocas, esos que no vas a olvidar, que remueven emociones, que engrandecen instantes, que iluminan sombras y disipan tormentas.
Gracias a los que sabéis que la vida no es fácil pero sí merece, merece oportunidades, merece intentos, dos, tres, trescientos, y a tragarse los “peros” y gritar los “sí puedo” porque ¿quién dijo miedo?, amamos el riesgo, fabricamos posibles, curamos rasguños y solo nos duele, nos duele…nada que una caña no cure.
Gracias a esos que sacan lo mejor de mi, ignoran lo malo y se van como si nada, haciéndome ser mejor que antes sin ni siquiera haber intentado cambiarme, haciéndome ser yo.
Y siempre hay un lugar a donde quieres ir, donde estás en casa, que para mi es ese itinerante lugar donde estáis vosotros, los que quiero, los que me quieren, donde está lo que realmente es un lujo sin precio y a donde irremediablemente me lleva mi lealtad y pasión, donde a pesar de no ser perfecta, de alojar al miedo, todo es posible, donde hoy y siempre irá mi GRACIAS, porque hacéis que la vida valga, que valga vivirla y que valga la pena.
Situmiradanomiente
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