Nos podemos regalar años de preguntas sin respuesta,
de sensaciones que sólo tienen días y ya saben correr,
de sin sentido que sienten para siempre y no sentimos nunca,
de verdades llegando al mismo sitio por distinto camino,
de dudas que no hacen sombra al brillo de cuatro ojos recorriéndonos de arriba a abajo como si todos los días estrenáramos zapatos,
buceamos en certezas que convergen en el ahogo del primer abrazo y no se aflojan con el penúltimo beso cuando pisamos tierra.

Para qué saber hacia qué norte está el olvido,
no olvidaremos,
ni instantes sin aire haciendo respiraciones entrecortadas,
ni momentos atrasando relojes porque quedarse cortos no es una simple metáfora,
nuestro resumen de fuegos apagados siempre terminará en sonrisas con vértigo efímero que nos empujan a abandonarnos en las palabras susurro que viven dentro de besos,
que nunca hablaron tanto de no mover ilusiones a más de dos centímetros de nuestras ganas juntas,
somos todas esas cosas diminutas que crecen hasta hacer que los te quiero exploten en la cara y no busquen quien limpie los restos.

Esta música nos suena a la que bailamos en otros brazos y desentonó al final en un sueño incumplido,
pero ahora tiene un sólo ritmo desde el primer instante en que “supimos” distinto,
a no saber aflojar,
a hacer las circunstancias ignorantes para sellar un esto no acabará nunca
a será el último desde ya, no el primero pero si el único,
a no necesitaremos otras oportunidades pero nos daríamos cien segundas irrepetibles,
a hacernos sentir uno en dos que no saben vivir sin él otro,
a no dar un paso sin confirmar que las complicidades surgen donde menos las esperan los deseos.

Si el silencio tiene alguna duda sobre todo esto,
le preguntará a nuestros ojos
y en ellos no encontrará otro secreto
que un TE AMO repartiendo todas sus consecuencias.
@situmiradanomiente