Cuando ya no podamos querernos para siempre
sólo nos quedará no olvidarnos nunca…
Siempre fuimos el nudo que nos hizo magia sin atar cabos,
tú nuestras ganas, yo rendición de deseos a medias,
nos bebimos a intervalos largos en un tiempo demasiado corto,
con intentos de roce a tientas de nuestros labios
para abrirlos a cualquier cosa menos esa pregunta que nunca necesitó respuesta.
Llovió y nos da igual,
seguimos sintiendo el sobresalto de aquellas prisas por equivocarnos,
el vacío de errores no queridos, dejándose querer por ellos,
seguimos en esa ausencia que intenta agarrarnos fuerte al punto débil del recuerdo,
no importaron los reemplazos para huir de la sospecha de una derrota,
saber sentir sin explicación fue la puerta abierta a nuestro silencio por incomprensión,
dejamos de explorar fondos
para deshacernos en manos de preguntas
que no nos quisimos responder a modo de disculpa
e hicimos bastión de lo único que nos quedaba,
un echarnos de menos que nunca llegó a más.
Nuestras palabras no supieron aniquilar millas de vuelo en direcciones opuestas sin que el orgullo apareciera en el escenario de una ausencia
con término en el cada vez más lejos,
no quisimos pillarnos los dedos con amor
y al final nos quedamos atrapados en los brazos del deseo,
deambulando soledades sin cómplice
y sonrisas al acecho de un recuerdo.
Tener más nunca movió pasiones hacia el menos de sentimientos incomunicados en la distancia
e incertidumbres alumbradas por el miedo a la respuesta de otro,
no creímos en medias palabras,
ni acertamos a decir la única que nos esperaba entera.
Ahora huimos de ese suficientemente fugaz que lleva a lo necesariamente apasionado,
del que genera la nostalgia de seguir abrazándonos sin tenernos,
para ser esclavos voluntarios de aquella magia
que aunque conoce el truco de no morirse por amor,
se niega a vivir queriendo en el lado opuesto de nuestro sueño. @situmiradanomiente
situmiradanomiente 