Creo que es el momento de vestirse de caos y salir a la calle,
de caminar sobre un alambre fino,
de hacer un equilibrio después de una pirueta de muerte.
Sé que tú ego espera que mi sensibilidad se derrumbe al final de un día que empezaste tú
y termina en mi,
que tus manos buscan papel y pluma para dejar constancia de cuanto te quise en sábado o cualquier día de semana desde aquel paseo por las nubes
con caída libre en un barrio cercado por una guerra de excusas.
Sé que te pesa,
que no sabes moldear la misma pasión de tu mirada en los ojos de otro
que siente más por ti de lo que nunca experimentará tu cuerpo,
sé que envidias que no me rompa y siga,
que los tacones no me hagan dudar y me eleven a veces a centímetros de tu tristeza.
Sé que no supiste quererme,
que tu único perfecto fue una salida por la puerta de atrás sin ruido,
con dudosas ganas que acudirán cualquier día de estos al arrepentimiento en un oscuro silencio.
Sé que seguiré conjugando por ti el verbo amar
en presente, pasado y futuro incondicional,
sé que no quisiste quererme,
que sabrás odiarme,
que me harás olvido antes del siguiente cruce de esa calle que asfaltamos con sueños en plural
y siempre futuro en tu singular persona.