Desde que elegí ser a solas desaparecen parte de mis instintos primarios de supervivencia,
hoy no encuentro nada más atrayente que lamerse solo las heridas que uno mismo se hace,
acaban curando a fuerza de falta de roce, de atención exclusiva,
mis ojos sólo pueden perderse en una esquina que no proporciona ningún extra a los sentidos o en un angosto pasillo sin incentivo en su recorrido, siempre te devuelve al mismo sitio,
Desecho rotundamente cualquier motivo razonable para un silencio como respuesta, incluso en soledad mis riñas duran más que nunca,
¡qué difícil es reñir con uno mismo y no darse la razón!,
hacerse daño y no ser capaz de pedirse perdón,
volver a ser uno cuando se pierde solo en treinta metros cuadrados.
A veces sí, a veces, está decisión de sentirme únicamente acompañada de soledad parece el peor remedio a la dispersión de mis razonamientos,
mi elección más sosa,
soledad,
hasta el nombre suena a oscuridad con lluvia fría en medio del Cantábrico,
rotundamente sola,
otras veces me alegra haber hecho traspaso de tristezas a otros que siguen en comunidad apoyándose en hombros ajenos para el día menos pensado darse de bruces con mi acompañante en un frío y duro suelo de cualquier desconocido barrio,
yo ahora si me caigo, me levanto,
no tengo que mirar a mi espalda para ver cuantos hay esperando echarme alcohol a las heridas,
no espero palabras atentas,
me las digo yo,
me abrazo para darme ánimo y no desespero esperando.
Nunca fueron tan acertadas las ausencias que me mantenían al borde de un suelo que parecía un abismo,
ahora el abismo tiene un tope de hormigón y hierro y nadie puede empujarme aunque esté en a una altura muy por encima de lo que teníais para dar.
Sintonizo por momentos con parte del mobiliario,
un ser vivo-muerto entre objetos que esperan que les hablen,
pero yo, lloro, río y bailo sin explicaciones, no desentono, no necesito venias y diga lo que diga no voy a ofender las virtudes de nadie,
sólo a oscuras me reconozco las ausencias que me recuerda la noche pero la soledad no me lo parece ,
la habitación se llena de sombras con el nombre de algún recuerdo y entonces ya no estás sola,
estas rodeada del peor momento del día,
el de conciliar el sueño y levantarte sin ellos,
verte a mi lado sin estar,
hablarte sin que me contestes,
entender la confusión y quedarme de nuevo con esta mi soledad
y esa mi cabezonería de seguir echándote cada día en cuarto un poco más menguante, pero no suficiente.