Cada uno en su sitio

Cuando dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio me río,
el tiempo nos pone donde menos esperamos,
fuera de nosotros, dentro, con quien no quieres,
lejos de quien querrías, fuera de lugar o dentro de un extraño sitio.

Nos mezcla aleatoriamente y nos suelta de golpe y desde lo alto en una parte de la vida que nada tiene que ver con el lugar de uno,
en donde ninguna cara te suena y ninguna actitud te convence o te convencen todas.

Llegados a ese gris desconcierto, en vez de darle color al tiempo,
nos perdemos y equivocamos una, dos, trescientas veces creyendo que la casualidad ha elegido por nosotros un destino caprichosamente inevitable,
una única vía secundaria,
un camino sin salida posible,

y te metes de lleno en Alicia en el país de las maravillas o de las desgracias sin poder salir de un cuento producto de la imaginación,
te codeas sin remedio y con acomodación a lado del Sr. Karma-Destino,
te dejas llevar por lo que la vida te tenía «rabiosamente» guardado.

La vida te llueve circunstancias de lado, pétalos o piedras que no puedes elegir,
te pone muros que no puedes mover pero dentro de la dificultad tú decides cuál es tu camino de forma más limitada o menos y decides si pararte y temblar o seguir temblando a otra parte.

No somos una manada de seres humanos guiados por un malvado pastor,
somos personas y eso es algo que al tiempo, al destino, a la casualidad al posible manejo se le escurre entre las manos igual que a ti ellos.

El camino puede haberlo elegido el destino, el pastor, el tiempo, la madre que me parió o el Peter pan que llevo dentro, pero lo que si decido es con qué actitud y con qué cara le devuelvo a la vida sus sobeteos continuos, sus olas o sus rayos, sus charcos o sus puentes, sus dolorosas patadas o sus apasionados besos,
sus limitaciones o las que yo decida regalarme, son opciones y aunque deshojar la margarita siempre me espete un «no te quiere»,
puedo pensar que miente, puedo llorar tan amargo resultado, pensar que es un juego de niños y que como adulto decido
o como en ese famoso final, puedo entregarme al sueño de la Bella durmiente y esperar que venga el príncipe azul o rosa a sacarme del cuento.

Situmiradanomiente

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