Buenos días ansiado domingo, casi te prefiero lunes.
Hoy amaneciste claro, temprano y acompañado de otros seis de distinto nombre que te robarán a ratos el protagonismo para desear que seas cualquier otro.
Eres el día del pensar en ayer,
en hace escasas horas,
el de arrepentirse de lo que se dijo el martes pasado,
de repasar propósitos en blanco,
de pensar en pijama cómo llegué a ponérmelo o cómo fue que amaneciste en una cama a la que no sabes si llegaste.
Hoy relativizas… las distancias con paredes y suelos,
reconoces que ese pasillo era más estrecho de lo que parecía,
hoy tropiezas por casa con todas esas cosas que ibas a colocar este pero que quedarán para el siguiente,
es el día de nunca vi tanto polvo flotando y a ver quién limpia todo esto acumulado en un rincón de mi cabeza.
Es el día de los olores raros en la ropa,
de habitaciones oliendo a otros,
de colonias que no reconoces sonando a «extranjero» de idioma desconocido,
es ese día de buscar excusas a lo que no las tiene,
de soltarte justificaciones baratas, de no reconocer caras y buscar una conocida que diga «tranquilo, no pasó nada».
Hoy es el día de comer lo que sobró ayer y a ver si pasa sin que me atragante,
de tomar al postre nostalgias,
del desayuno de ibuprofenos disputando su protagonismo con un croissant a lado de un necesario café con mala leche,
es la tarde del chocolate caliente con churros o del hielo en el lateral de la frente.
Hoy es el día de no reconocer al que ayer amabas por encima de todo o rebuscar en tu cabeza un nombre que no recuerdas pero con su persona a tu lado,
de dejar hablar al silencio,
de soltar palabras que no dicen nada y silencios para los que no encuentras otra opción que pensar que lo dicen todo,
el día de estar esperando a ver que pasa,
es el día después de muchas ganas pero sin el menor asomo de ellas,
el día de escuchar canciones que ni siquiera conoces, pero que repites pensando que te recordarán algo,
de volver al mismo sitio para llegar a ninguna conclusión.
Es el de relajarte en el baño y cerrar los ojos para que lo relajante te embargue de histeria de todo lo que te faltó por hacer o lo que hiciste de más,
de rebuscar en los números guardados con poca suerte y escribir patochadas a quien sabes que no te va a contestar porque ni te recuerda ni quiere recordarte,
es el momento de ignorar consciente o constatar la fragilidad de tu memoria,
el de decir «no tenía que haber salido» y cómo salgo ahora de aquí.
Es el día de no pasa nada cuando realmente pasó de todo o el de no pasó nada creyendo que pasó algo.
Es el día de estar sin querer estar, de querer sin ni siquiera sentirlo, de salir sin tener ganas, de quedarse deseando salir.
Es ese día en que cualquier cosa menos descanso, cualquier día menos este.
Situmiradanomiente