Soy de los que añoran volar cuando no tienen previsto un viaje,
siempre me gustó volar,
pero no siento ninguna atracción por los pájaros aunque hayan anidado cientos de veces en mi cabeza.
Soy de viajar,
de elevar los pies del suelo hacia cualquier lugar,
de despegar rápido y aterrizar a duras penas de forma forzosa casi siempre
Soy de ser feliz sin importar donde vaya,
soy de cansarme de lo fácil y extenuarme con lo imposible.
Mi destino favorito tengo que reconocer que es a solas, a ratos,
a esa isla desierta que imagino con la puerta del baño cerrada,
con la mirada en la nada y el mar sonando a mi espalda.
No soy de destinos cinco estrellas,
ni de turismo masivo, soy más de arenas movedizas a mis pies,
de soles que se ocultan donde no acaba el mar,
de saludos con olor a agosto y «adioses» con un futuro de ¡qué alegría volver a verte! .
Soy de naufragios que me devuelven
a mi misma, a mi vuelo, a mi vida.
Soy de querer ser isla desierta,
de dejar que el oleaje me acerque a veces al continente,
me relacione, me decepcione y me devuelva para reírme con melancolía de un pronosticado naufragio.
Soy de volver a mi,
de volver a “Ellos”